Adónde, entonces, adónde hemos llegado,
si aquí no hay ni túnel, ni puente, ni
puerta, ni puerto,
ni andén, ni abrazo, ni lápida.
Qué hacemos en este círculo de viajes
estancados,
en estos zapatos sin ninguna vocación.
Hacia dónde querrá empujarnos el deseo,
cuándo, por qué, para qué.
Dónde están los mapas del sí, del también,
del todavía.
Hacia dónde partiremos
cuando el viento desordene la quietud,
hacia dónde cuando la noche desdibuje las
sombras que nos matan.
Dónde, dónde está la guarida de Dios,
dónde está su palacio construido con
esclavos del infierno.
Nuestros ojos ya no son los traductores del
silencio.
Nuestras lágrimas ya no tienen más espejo
que el pasado.
Una jauría de soledades nos hostiga.
No sabemos por qué, no sabemos cómo,
no sabemos para qué,
pero hasta aquí hemos llegado.
No hay nada más cierto.
No hay nada más.
No hay nada.
No.
© Sebastián Olaso
Íntimo y universal. Fuerte y hermoso.
ResponderEliminarVerónica M. Capellino
Magnífico poema Sebastián! Interrogantes por doquier ponen en jaque al escritor, ambigua búsqueda, escasas certezas. Saludo desde Córdoba Alfredo Lemon
ResponderEliminarSebastián:
ResponderEliminarExcelente encuentro con la Palabra!!!
Cariños.
Teresa Vaccaro.
una gran inquietud tu cuestionamiento, y ese final apocopado lo resume todo.susana zazzetti
ResponderEliminarHasta acá hemos llegado. Un gusto haberte leído. Sulud poeta!
ResponderEliminarRomina R Silva
Desasosiego, incertidumbre. La palabra
ResponderEliminarinterpela aquello que lastima y duele. Bello
La perplejidad, la infinita pobreza que somos... aquí en este poema... gracias
ResponderEliminarMuy buen poema de una búsqueda constante. El final es un broche que se destaca.
ResponderEliminarAna Romano.