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6/9/20

Poema de Francisco Avendaño





“El revés de lo conocido, su espalda, son para mí esas calles penúltimas, casi tan efectivamente ignoradas como el soterrado cimiento de nuestra casa o nuestro invisible esqueleto.” 
Jorge Luis Borges

V

                                         A Juan Santiago Avendaño

Plano general:
Las manzanas no son simple geometría,
rectángulos combados,
                     patios que se abren al sol
la luz se nutre de los ojos que la miran.

Desde los techos el movimiento es uniforme
mínimas variaciones entre las calles,
bolsas de basura como racimos en los postes de luz
y una galería de eucaliptos fuera de foco.

Cada cuerpo describe su trayectoria en el espacio
líneas que se superponen entre sí
para formar la trama de este barrio.

Los perros ladran por sus dueños
y la vida se recicla en televisión y palabras.

Alguien escarba este dibujo y crujen las baldosas
bajo los puntos invisibles,
las casas lo siguen con sus ventanas abiertas.

No importa cuántas veces lo intente:
Siempre hay otro ojo del lado opuesto de la cerradura.
El zumo cotidiano se hace espeso hacia la tarde,
siempre es la misma canción que escupe la radio,
siempre la misma silla que crece en la vereda,
a esta hora es posible el instante en que todo se suspenda.

Si de estos ensayos,
            acaso sucede el poema,
como un desgarramiento del paisaje,
quizá el mundo se reduzca a una sílaba,
un tamaño adecuado para llevar entre los dedos.

© Francisco Avendaño

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