Mercado de Valores
Te vi desfalleciente
y aun así me sonreíste.
Tus ojos no lloraban sal sino hambre.
Se te habían olvidado las lágrimas en una vidriera
adonde abundaban las inalcanzable promesas
de juegos en cómodas cuotas.
Para el frío seguro de esa noche
alcanzaban los diarios y los cartones del kiosco de la esquina.
El estoicismo inmerecido haría el resto.
Al ruido de la panza, en tanto,
lo ibas a disimular
con un poco de agua de la pileta del baño de la estación.
No habría lugar para los sueños.
En la incomodidad del banco de la plaza o del parque -¡qué más da¡-.
Cruzamos nuestras miradas una sola vez esa tarde de otoño lacerante.
Me quedé paralizado.
Las sonrisas de los niños hambrientos
-corolario de nuestra infamia-
no cotizan en el mercado de valores.
© Sergio Gustavo Soler
Poema que retrata con sensibilidad lo cotidiano circundante de la realidad de nuestro país. Y con un potente final. Sentencia que duele y nos interpela:"las sonrisas de los niños hambrientos -corolario de nuestra infamia- no cotizan en el mercado de valores". Alfredo Lemon
ResponderEliminarLamentablemente esas miradas que no cotizan las vemos cada vez con más frecuencia. Muy bueno. Un abrazo Graciela Barbero
ResponderEliminarPoema desgsrradoramente bello. Abrazo Gustavo!!!
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