Canto
del unicornio
Renato: para tu tío
desaparecido César Negrete.
Pero nada la experiencia nos enseña:
el resplandor con que se anuncia el día
a través de su medio favorito,
la piedad de la tierra,
la gota itinerante,
no saben de rumores
- ay, el collar inacabado de Yanina -
ni de mi estampa:
la carne a trozos
comida a dentelladas
como en circuito cósmico,
la inacabada profesión del desconsuelo
digna de los parásitos de la Luna y de
Marte,
en procesión de duelos y aullidos de
espanto.
Lágrimas suben las oscuridades de las minas
y donde estuvo su puño
hoy se yergue la cruz de un Cristo
traicionado.
Pero sus ojos vibran en todos mis
temblores.
Duermo la tarde interminable con su
sonrisa, rota.
Mas sube el sol, llega tu carta
y hay esperanza.
© Marta Zabaleta
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