Me traspasa la mirada de pájaro lejano
el ventarrón que desdibuja
las sombras y los ruegos
cuando la tarde, abuela de la noche
es un tajo sobre la lágrima.
Degolladas las rosas
por la luz puesta en la piedra
el estupor de la ausencia
cubre de amarillo la hojarasca.
La quebradura se hace rastro
sepulcro del humo
y la angustia florece desde una luna niña
con el corazón poblado de ternura.
© Marta Elena Guzmán
Hermoso poema Marta .Abrazos
ResponderEliminarQué bello Marta querida!
ResponderEliminarEs un verdadero paisaje de palabras, urdidas como un ñandutí.
Susana Giraudo
Gracias chicas!!! abrazo!!
ResponderEliminarGracias chicas!! Son muy generosas!! Las abrazo.
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