Poema de Leonor Mauvecin

FEBRERO  y llueve

como debe ser en un febrero

de vacaciones tardías

y de todo por venir.

Como el último libro

( que leíste este verano junto al río)

y su última hoja, esa donde ocurría el  milagro

y de pura pereza, no leíste  y no fue.

Y una angustia finita

como un hilo

que te enrolla en el carretel  de la infancia

en la máquina singer

y la abuela

y el portazo que te devuelve

a mirar cómo llueve en tu cuarto

Porque el viento te recuerda

que es ahora

y la máscara ya no sirve para el carnaval

porque se pasó la carroza

que inventaron, sobre un camión, de esos que llevan los ladrillos

desde el horno en donde trabajan hasta los niños

 con sus manitos  cuarteadas a destiempo.  

Una carroza, digo

donde las princesas,  disfrazadas con tules, saludaban

y el arlequín se perdía entre los rombos blancos y negros

blancos y negros

como los rombos , blancos y negros

de la vida y la muerte.

© Leonor Mauvecin