COVID-19
La tarde con ojos de almendra
tiene un colibrí
en la palma de la mano.
La soledad del otoño
es una ausencia de pájaros.
La ciudad está triste
el mástil de la muerte
le cubre los ojos al durazno.
El invasor deambula calle abajo
con espasmos de viento
y una cruz clavada en la garganta.
© Reynaldo Farías
Un buen decir de este poema que con palabras precisas, define este tiempo de zozobra existencial que nos toca transitar. Gracias Reynaldo! mientras te leo contemplo cómo cae otra tarde gris de cuarentena. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarMe encantó tu poema amigo!! Abrazos
ResponderEliminarAlfredo y Leonor, son ustedes muy amable !!!
ResponderEliminar