¿Qué guardaría de mí?
¿qué de los dones que me ofrecía la casa,
la vasta casa
el extenso universo tan poco recorrido
todo el ala dormida de la orilla, el
laberinto
la mayor parte que ha quedado oculta,
sellada como un bosque
como un puro desierto
horizonte para la tentativa que nunca se
resuelve?
¿qué guardaría de lo inacabado, de lo que
no probé
de aquello que no quiso ser, lo que no me
tocó?
la voz; me guardaría la voz
para plegaria y canto, llamador que no
admite su límite
eterna como no lo será nada de lo que
lamenta.
© Raquel Jaduszliwer
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