Una hoja se despeina del verano.
Como péndulo
baila al son de la brisa hasta el reposo.
Otra, aliada del otoño,
se llueve sobre la tumba de cemento.
Quietud desplomada.
Saeta bajo el mural del cielo.
Algunas fluyen hasta el desagüe
en la mansedumbre de la entrega.
Otras, hacia pestilentes rincones
espectrales.
Disímil piel del mismo trigal.
Así todo.
Mariposa gastada, semilla de la memoria.
Ínfima astilla en la hendidura del ser.
Caigo en el útero vacío
grabado en las estrellas
o en el costado apagado del sol.
© Mónica Aramendi
Multifacético, plurisensorial! Bravo! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarBrava Mónica!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminar