Un frío guardado en el color del día
me retiene adentro
hurgando en los rincones
abriendo cajones y cuadernos
como si hubiera algo más
que este andar a tientas
por si acaso los dedos
o los ojos
den con algo.
Hay un mundo afuera, digo
grito un poco
para sonar segura
necesito sentir como antes
la autoridad de una voz que ordene la vida
mi madre en sábado de limpiar la casa
el malhumorado empeño en que todo brille
o su amor por las begonias
ese modo de regarlas y hablarles bajito,
mi madre y sus macetas en la galería.
La voz de la maestra
que enseñaba regla de tres
simple y compuesta
planteo y solución
la equis dibujada al final de una raya
descubrir el contenido
de su disfraz de incógnita
como se abre un queso
y ahí el agujero
que no es queso
pero guarda el olor y la respuesta,
piedra libre para la equis
que al final era noventa y siete manzanas.
Una voz necesito, que me organice el día
para salir del encierro
a pasparme la cara con el frío.
© Irene Scalabrelli
has descripto, relatado esta forma de vida actual, como si hubieras escuchado las confidencias de cada una de nosotras. bellísimo! susana zazzetti
ResponderEliminarGracias Susana!! Te abrazo!! Irene
EliminarSi! Muchas veces se necesita como un rigor formal para no sentirse disperso.
ResponderEliminarGracias!! Irene
EliminarMe encantó esa enumeración aparentemente dispersa de elementos heterogéneos y de distintos dominios "organizados" internamente por el deseo de "una voz que me ordene la vida"
ResponderEliminarEsa necesidad de escuchar las voces de nuestros recuerdos.Muy bueno. Un abrazo Graciela Barbero
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ResponderEliminarIre, siempre tu voz, tu musicalidad, tu simpleza, tu hueso rudo habitando el poema. Me encantó.
Lily Chavez
Totalmente de acuerdo!! Lograste traducirse en tu poema ! Gracias
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