XXV
Que los
favorecidos por los astros
de honores
y de títulos se ufanen;
yo, que la
suerte priva de esos triunfos,
hallo mi
dicha en lo que más venero.
Los
favoritos de los grandes príncipes
abren al
sol sus hojas cual caléndulas,
y su
orgullo sepultan en sí mismos
pues los
abate un ceño que se frunce.
El célebre
guerrero laborioso,
derrotado
una vez tras mil victorias,
es del
libro de honores suprimido
y de su
gesta lo demás se olvida.
Feliz de
mí, que amando soy amado,
y ni
cambiar ni ser cambiado puedo.
© William Shakespeare
¿Quién
habría cavado ahí
tan en el
corazón de la hoja?
Quien lo
haya hecho, gracias.
© Timoteo Rinaldi
Gracias por el gran William y una maravilla tu especie de haiku
ResponderEliminarSilvia Loustau
Indiscutible este recuerdo y preciso tu poema! Y. Rinaldi.
ResponderEliminarHermoso el poema de S. celebrando el amor y también el tuyo.
ResponderEliminarQué gran homenaje tu poema!!
ResponderEliminarBesosss
Gracias Timoteo por traer a estas páginas el recuerdo del cisne de Avon! Y por tu poema hecho de unas pocas pinceladas fuertes, inspiradoras, desafiantes! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarGenial, Shakespeare, actual siempre! Gracias! Bello poema el de la hoja y sus nervaduras.
ResponderEliminarSiempre tan vigente W. Shakespeare y muy bello tu poema
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero