Yo, como
tú,
amo el
amor, la vida, el dulce encanto
de las
cosas, el paisaje
celeste de
los días de enero.
También mi
sangre bulle
y río por
los ojos
que han
conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el
mundo es bello,
que la
poesía es como el pan, de todos.
Y que mis
venas no terminan en mí
sino en la
sangre unánime
de los que
luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje
y el pan,
la poesía de todos.
© Roque Dalton
Veía caer
las tardes,
con las
piernas entrelazadas,
sobre el
caño transversal del palenque,
cabeza
abajo,
oliendo la
tierra.
Donde a
otra hora se ataban los caballos,
me gustaba
hamacarme colgada,
y ver cómo
el mundo se balanceaba,
patas para
arriba.
Los pinos
pendiendo de su parte más fina,
las gallinas blancas ponedoras,
remontando
su vuelo corto,
y la casa,
la vieja casa,
creciendo
en el paisaje.
Desde el
centro del corral,
entre los
bebederos y el tanque,
la rueda
del molino,
crujía su
vuelta de metal al viento,
como una margarita gigante,
que había
perdido sus colores.
© Stella Marys Darraidou
Foto: Gustavo Tisocco
Hermoso diálogo se entabla entre dos poemas que celebran la vida, la poesía. Verónica M. Capellino
ResponderEliminarEl gran Roque traído por la gran Stella Maris. Qué buena idea.
ResponderEliminarMuchas gracias!! Verónica, Sebastián Y Gustavo por tu generosidad. ¡Feliz aniversario!
ResponderEliminarStella Marys
Ciertamente hemos seguido su lucha, y llorado su tragedia, y me alegra que tu poesia realimenta su permanecia en la tierra. Gracias.
ResponderEliminarGracias Marta Raquel, y a Gustavo siempre por difundir poesía.
ResponderEliminarStella Marys