Páginas

7/6/20

Amalia Mercedes Abaria recuerda a Vicente Aleixandre



NACIMIENTO ÚLTIMO 

Para final esta actitud alerta.
Alerta, alerta, alerta.
Estoy despierto o hermoso. Soy el sol o la respuesta.
Soy esa tierra alegre que no regatea su reflejo.
Cuando nace el día se oyen pregones o júbilos.
Insensato el abismo ha insistido toda la noche.
Pero esta alegre compañía del aire,
esta iluminación de recuerdos que se ha iluminado como
    una atmósfera,
ha permitido respirar a los bichitos más miserables,
a las mismas moléculas convertidas en luz o en huellas de
    Las pisadas.
A mi paso he cantado porque he dominado el horizonte;
porque por encima de él-más lejos, más porque yo soy
    altísimo-
he visto el mar, la mar, los mares, los no-límites.
Soy alto como una juventud que no cesa.
¿A dónde va a llegar esa cabeza que ha roto ya tres mil
  vidrios,
Esos techos innúmeros que olvidan que fueron carne para
    convertirse en sordera?
¿Hacia qué cielos o qué suelos van esos ojos no pisados
que tienen como yemas una fecundidad invisible?
¿Hacia qué lutos o desórdenes se hunden ciegas abajo esas
     manos abandonadas?
¿Qué nubes o qué palmas, qué besos o siemprevivas
buscan esa frente, esos ojos, ese sueño,
ese crecimiento que acabará como una muerte recién nacida?

© Vicente Aleixandre






POEMA DE LA NOCHE LARGA

Cuál es el tiempo que no es?
qué es esta quietud de la palabra
donde no veo tus ojos, ni el mar
ni el corazón de la noche?

Cuántos rostros perdidos, olvidados
nos llaman desde un temblor nocturno
hacia sus muros de mármol
sus lágrimas ocultas.

Oh el tiempo esconde
su disfraz de lobo
y nos miramos en silencio
agazapados en la noche larga.

Cárcel de luz, dime, qué es,
qué es esta noche
donde no hay cuerpos, ni pieles
ni besos
y las mortajas huyen
a una tierra abierta hacia la muerte?

Tantos hombres arrimaban
sus ojos
a los aplausos de las marionetas.
Yo los vi, había musgos en sus pechos,
falsos laberintos, torres devorando el cielo
y una tristeza de animal muerto
como una cruz que cae y cae.

También vi una mujer huyendo
hacia un campo sin siembra
páramo de oscuras semillas estancadas
y un niño atrás
con lágrimas de prisionero.

Si fuera el camino del Árbol…
donde cada hombre , cada mujer, entregase
su corazón disecado
su cólera, el acero ensangrentado
el vasto lodo de un mundo sin piedad.

Oh las heridas se  adornan
con moños resplandecientes
pero estas solo y ningún viento
podrá devolverte tus raíces.

Hay esperanza?
vendrá la resurrección de las estrellas
y los párpados tirarán sus cenizas
al pozo de las espinas?

Hay esperanza. 

Miren allá, detrás del abismo
la apertura del cielo
una mujer con un lirio de agua,
un cuarzo desnudo,
un rubor vivo en el horizonte.

Y un pájaro, varios pájaros.

Un pájaro en mi ventana.


© Amalia Mercedes Abaria

4 comentarios:

  1. Querido Gustavo, agradezco muchísimo tu trabajo y que hayas colocado este Poema de la noche larga, gestado en estos días extraños que vivimos.Abrazo!!!

    ResponderEliminar
  2. Buenísimo tu poema "de la noche larga" donde un tiempo sin tiempo o en un paréntesis del tiempo que nos toca vivir, esperamos esperanzados salir y respirar aire fresco aire limpio nuevamente. Tu poema es oxígeno con sus palabras inquietantes, tus imágenes justas, tus preguntas que acompañan. Ojalá vuelvan los pájaros a nuestras ventanas! Alfredo Lemon desde Córdoba

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Amalia, por traernos este "NACIMIENTO ÚLTIMO" de V. Aleixandre, "ese crecimiento que acabará como una muerte recién nacida". Y gracias por tu hermoso "POEMA DE LA NOCHE LARGA", donde hay olvido, soledad, error y tristeza, hay una mujer que huye y un niño que llora en un "mundo sin piedad". Pero a pesar de todo, "hay esperanza": la mejor prueba es "una mujer con un lirio de agua" y "un pájaro en mi ventana". Bravo, Amalia. Un abrazo, Elena S. Eyheremendy

    ResponderEliminar