LAS CALLES
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BUENOS
AIRES comienza siempre
en el destino de un sueño
o a la
altura de un recuerdo más o menos
intenso.
A veces es
como un gran pensamiento
que se
interna adentro de uno mismo
y se
transforma de repente en la velocidad
de una mirada
llena de
fervor por las cosas más mínimas:
un nombre,
unas calles,
el nivel de
alguna duda que destrozamos
de
improviso en un beso,
o alguna
mujer por la cual corremos sin saber
el porqué
ni hasta
dónde llegamos.
Otras veces
es un inmenso mapa de encuentros
más o menos
hermosos
o una piel
dibujada en los croquis de una guía
de turismo,
o un trozo
enorme del corazón,
del tuyo,
del mío,
del corazón de todos.
© Atilio Jorge Castelpoggi
Atardecer
A veces las
tardes son malabaristas de sentido,
columpian
las ideas, las dispersan
hasta ser
una especie de sueño en vuelo
que nadie
atrapa, ni los pájaros.
A veces las
tardes son conciencia y exilio,
fuga
apacible de la mente por las carreteras del silencio,
es ahí
cuando un abrazo consigue traerme de nuevo,
al buscar
el roce con el límite de mis labios.
A veces me
vuelvo atardecer, voy cayendo sin pausa,
el sentido
del conjunto se va con el sol pasajero
me queda lo
cercano, latente,
el velo de
la idea en lo profundo de una mirada,
lo tibio
del miedo abrazándome con fuerza.
© Romina R Silva
Atilio Jorge Castelpoggi:
ResponderEliminar“Es un inmenso mapa de encuentros más o menos hermosos”. Me encanta.
Romina R Silva: Hermoso viaje por la fantástica tarde y los abrazos
Poemas de alta intensidad lírica y metafórica. Agradezco su lectura.
ResponderEliminarSaludos.
Darío Oliva
Se vuela tarde cargada de día, y queda el abrazo.Y llega esta lectura. Tere
ResponderEliminarMagníficos poemas ambos, coloquiales acontecen, se acurrucan en el alma. Abrazo.marta comelli
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