Todo
resuena apenas se rompe el equilibrio de las
cosas. Los
árboles y las yerbas son silenciosas, el viento
las agita y
resuenan. El agua está callada, el aire la mueve
y resuena;
las olas mugen, algo las oprime; la cascada se
precipita,
le falta suelo; el lago hierve, algo lo calienta.
Son mudos
los metales y las piedras, pero si algo los
golpea,
resuenan. Así el hombre. Si habla, es que no puede
contenerse;
si se emociona, canta; si sufre, se lamenta. Todo
lo que sale
de su boca en forma de sonido se debe a una
ruptura de
su equilibrio. El más perfecto de los sonidos
humanos es
la palabra; la literatura, a su vez, es la forma
más
perfecta de la palabra. Y así, cuando el equilibrio se
rompe, el
cielo escoge entre los hombres a aquellos que son
más
sensibles y los hace resonar.
© Han Yu
siglo VIII
(versión de
Octavio Paz)
El regalo
de Zoe
hay horas
más difíciles ¿sabés?
Justifico
entonces tantos cigarrillos
y hago que
leo que escucho música
hago
que veo películas hago que tejo
hago que
cocino y amaso
y amaso
estos panes que te dedico
cuando
llega la noche busco la cruz del sur
y fumo y
busco
y fumo
descaradamente
fumo
entonces al
no encontrar estrellas
me abrazo
a un pelouche que Zoe me regaló para
dormir
un
caballito marrón claro y peludito como un
Platero
pequeño
como pequeña soy mirando hacia arriba
donde tal
vez
no se muere
así
no se muere
no
© Norma Starke
Dos poetas dos poemas y tanto amor.
ResponderEliminarFlora L.
un placer leerte Norma.
ResponderEliminarMe encantó Han Yu.
Gracias
No lo conocia a Han Yu: gracias!Y tu poema, tierno en la desolación. Abrazo, Inés Legarreta.
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