20/6/20

Laura García Del Castaño recuerda a Leonardo Martínez





SELVA

Neurasténico es lo que soy
Loco me dice
La rabia acomete
y la angustia es la dama de uñas afiladas
que desgarra el vientre
Me encierro en mis cuarto horas
días enteros
con las ampollas de morfina y la jeringa listas
Pero no
no soy Emilio
             Luis Raúl
                    o Saturnino
Ellos se inyectan y son felices
El láudano también los ayuda y el ajenjo
Salgo poco de mi dormitorio
sólo para ir al excusado atravesando el patio
Si la depresión es feroz
un lavatorio suple la letrina
El revólver de mirada glacial
está a la vista en el velador
Cuando me pongo bien
soy amable y minucioso con los enfermos
Tengo fama de médico acertado
Así toleran lo que llaman mis extravagancias
En el fondo mis hermanos tienen razón
Ellos viven el detalle de sus sentimientos
o de sus torpes inclinaciones
Por el contrario
mi mundo es el de pasiones y apetitos enjaulados
Aún así estoy criando un hijo
Sufrirá el pobre en la aldea impiadosa

Durante mi almuerzo
mi padre
calcado de estampas del siglo dieciocho
me prohibió flirtear con Selva
según él mujer pluma
indigna de la tribu
Bajé la cabeza y seguí sus órdenes
como sigo las de mi madre
que antes de morir me hizo jurar soltería
Al tiempo descubro
mi padre durante años
frecuentó a la madre de Selva
de mi Selva alta y morena de andar soberbio
la del rodete como una gran corona antigua
diosa magnífica generosa con su cuerpo
nada santulona mi hermana Selva

Después vino la soledad   el aislamiento
Selva que paseaba en automóvil
Selva casada con don nadie peronista
Selva que moría de parto
Selva carne corrompida
Selva en la memoria
Selva ampolla de morfina
Selva de ajenjo y láudano
Selva revólver de vello frío
Selva despiadada negándose la muerte
Selva de luz y de agonía
Selva color selva de ojos selva de pubis selva

Oigo su voz lejos
Viene de un lugar incierto
como de postal oriunda por el tiempo
Abre la puerta
Está ahí todo lo suyo
Muestra el baúl sin cerrojo lleno de palabras
la mesa lista para recibir al comensal
la cama en espera de la muerte
y su suave desnudez
                            árida
                                   opaca
junto a un teléfono absoluto

© Leonardo Martínez




animales mansos sin apuro

¿Te acordás de la foto en que creí ver una escoba tirada en el patio
y era el caballito de tu hijo, puro encantamiento?
Primera vez que experimenté la presencia del hijo del otro
Era el juguete hundido en el pasto alto en plena tarde
Como un satélite multiplicándose:
la flecha inmóvil de una batalla, su término,
un remo perdido en las costas de tu mar, o el mástil caído
de una rendición.
Así tirado era nuestra línea de partida
una hilera de frutales nuevos,
la necesidad de envión que persiste y es así
como toda revelación comienza,
primero el escalofrío, algo que confunde y se deforma,
una transición de imágenes de distinta hospitalidad
una verdad que llega y asesta sus tentáculos
mientras ya pisamos lo inminente
Ahora hablamos por teléfono y el perro de la esquina ladra,
tus vecinos hacen ruidos que no descifras,
 caminan en un plano paralelo al nuestro
y nosotros buscamos el cómo, el de qué manera
así como ese desafío virtual que me enviaste:
encontrar un perro entre las vacas, un oso entre las pastillas,
la gallina entre las ovejas
Encontrar un rayo en el sin sentido,
un reguero de pólvora en un planeta de agua,
un amor que no hayas podido detener
Una luz tapada fuimos, el uno en el otro,
de la que solo acariciábamos su cáscara
como un disparo alojado bajo la piel
hasta encontrar ese caballito perdido en el jardín
un relincho bajito y luego
salir a galope,
despedirse
irrumpir
por primera vez, maravillados

© Laura García Del Castaño

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2 comentarios:

Blogger leonor ha dicho...

Hermoso poema Laura , me encantó especialmente el final , bello.
Leonardo Martinez un gran poeta que tuve el placer de conocer

20 de junio de 2020, 17:31  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me acuerdo cuando leíste "Selva" hace unos cuantos años en una noche de Bandada y me hiciste descubrir a Leonardo Martínez. En las vacaciones de invierno del año pasado leí "Escribanía de vivos y muertos" y me resultó excelente. En recuerdo entonces de este cordobés de nacimiento pero catamarqueño residente en Buenos Aires, dejo estas líneas: "Pero qué es la belleza /Una piedra Un tren / O aquello que falta y no adivino". Magnífico! Y de tu poesía Laura, repetirte mi respeto y admiración desde siempre, desde que presentaste "El grito" (en el siglo pasado). Y hoy, convertida ya, consolidada en tu obra, en una de las voces más potentes de nuestra literatura!. "Cada día es la locura de edificar el sueño/ o el miedo de derrumbarlo". Abrazo grande, Alfredo Lemon

23 de junio de 2020, 18:37  

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