Y sin
embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía
que al fin iba a quedarme
desnudo en
la ribera de la risa.
Aquí,
hoy,
digo:
siempre
recordaré tu desnudez en mis manos,
tu olor a
disfrutada madera de sándalo
clavada
junto al sol de la mañana;
tu risa de
muchacha,
o de
arroyo,
o de
pájaro;
tus manos
largas y amantes
como un
lirio traidor a sus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de
abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba
sostener con las palabras.
Pero ya no
habrá tiempo de llorar.
Ha
terminado
la hora de
la ceniza para mi corazón.
Hace frío
sin ti,
pero se
vive.
© Roque Dalton
Ese loco
momento
Hay veces
en que mi
madre
me mira
sonreír en el espejo
y su sombra
es cálida,
tiene
fragancia de rosas
y atraviesa
el aire
como
volando.
En ese
instante
el tiempo
queda detenido entre relojes.
Como
instinto mágico
llega el
aroma del clavel del aire
que siempre
percibía en mis infancias
de Mendoza
y mi madre
me pregunta si me acuerdo del abuelo.
Es tremenda
la historia del nono,
que salió
en el sulky
y apareció
horas después
tirado en
el camino
mientras a
pocos metros,
el caballo
pastaba indolente
y la sangre
ya era un charco marrón
alrededor
de su cabeza.
Hoy intuyo
que la muerte
lo devora
día a día
mientras es
atravesado por
pájaros y
acequias.
Pero a
veces
veo a mi
abuelo
cabeza sana
en el espejo
guiñándome
un ojo mientras sostiene
su vieja
pipa
diciéndome
que cuide a mamá.
En ese loco
momento
es cuando
más risa me da la muerte.
© Juan Carlos Rodríguez
Muy bello poema del poeta Roque Dalton a recordar o conocer.La aceptación y el homenaje al ser tan amado, tan bien sentidamente expresado.
ResponderEliminarY tu poema, Juan Carlos, también del tema de la muerte, con esa historia tan bien hilada, el espejo y el tiempo, con un final movilizante. Felicitaciones.
María Paula Mones Ruiz
tal vez, en esta tan bella entrega, las muertes de ellos se parezcan. no sé por qué ambas profundidades, expresivas con su riqueza de palabra y sentimiento me llevan a pensarlo. un placer!
ResponderEliminarsusana zazzetti.
El poema de Danton y el tuyo tienen algo más en común que traer el recuerdoo de sus atroces muertes: los une y resplandece su belleza poética.
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