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21/6/20

Celina Feuerstein recuerda a Mark Strand


  

EN CELEBRACIÓN

Estás sentado en una silla, nada te toca, sientes 
cómo se vuelve el viejo un ser más viejo, imaginas 
sólo la paciencia del agua, el fastidio de la piedra. 
Piensas que el silencio es la página de más, 
piensas que nada es bueno, ni malo, ni siquiera 
la sombra que invade la casa mientras tú miras, sentado, 
cómo la invade. Otras veces la has visto. Tus amigos 
pasan tras la ventana, en sus rostros la marca de la pena. 
Quisieras saludarlos pero no puedes ni alzar la mano. 
Estás sentado en una silla. Te vuelves hacia la yerbamora 
que extiende sobre la casa su red ponzoñosa. 
Pruebas la miel de la ausencia. Es lo mismo. 
Dondequiera que estés, es lo mismo que se pudra 
la voz antes que el cuerpo o que se pudra el cuerpo 
antes que la voz. Sabes que el deseo lleva a la pena, 
la pena a la consumación, la consumación 
al vacío. Sabes que esto es diferente, esto 
es la celebración, la única celebración, 
sabes que si te das entero a la nada 
habrás sanado. Sabes que hay alegría en sentir 
cómo tus pulmones preparan su futuro de ceniza, 
y así esperas, miras y esperas: el polvo se establece. 
Rondan la sombra las horas milagrosas de la infancia.
  
© Mark Strand
(Traducción: Octavio Paz)





respira y el aire va acariciando
el interior de su cuerpo
no sabe que cruzando la calle
respira un perro
respira un árbol

nadie sabe esas cosas
en el calor
de un 1 de enero al mediodía

la ciudad se quedó muda
y ausente
suspendida en ese extrañamiento
de años que se van o años que llegan

¿se van adónde?
¿llegan los años
como si fueran pajaritos
atravesando la espesura?

respira y no sabe
no es necesario saber
el poco de viento
las flores violetas
el fruto caído
de una rama

© Celina Feuerstein

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