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26/6/20

Catalina Boccardo recuerda a Clarice Lispector





(…)

Estoy oyendo ahora una música selvática, casi apenas batuque y ritmo que viene de una casa vecina donde jóvenes drogados viven el presente. Un instante más de ritmo incesante, incesante, y me ocurre algo terrible.

Es que pasaré a causa del ritmo en su paroxismo, pasaré hacia el otro lado de la vida. ¿Cómo decírtelo? Es terrible y me amenaza. Siento que ya no puedo parar y me asusto. Intento distraerme del miedo. Pero hace mucho que paró de martillar real: estoy siendo el incesante martillar en mí. Del cual tengo que liberarme. Pero no lo logro: el otro lado de mí me llama. Los pasos que oigo son los míos.

Como si arrancara de las profundidades de la tierra las nudosas raíces de un árbol descomunal, es así que te escribo, y esas raíces como si fueran poderosos tentáculos como voluminosos cuerpos desnudos de fuertes mujeres envueltas en serpientes y en carnales deseos de realización, y todo esto es una oración de misa negra, y un pedido rastrero de amén: porque aquello que es malo está desprotegido y necesita de la anuencia de Dios: he aquí la creación.

(…)

© Clarice Lispector
Tr.Florencia Garramuño 


la inexistente pared nos angustia

tu desaparición
capaz de cualquier espera

diez minutos
un siglo

las  manos también
                    
tu pared
desvanecida
fantasma

me toca

© Catalina Boccardo

2 comentarios:

  1. Me encanta Clarice Lispéctor. Muy bueno tu poema.

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  2. En fin, con Lispector no soy objetivo, cada cosa de ella me puede. Ahora que contigo... esa poesía hablando de incomunicación, de desapariciones y muros que no existen... todo muy bueno.

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