Ana Gervasio recuerda a Césare Pavese

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS  

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

–esta muerte que nos acompaña

de la mañana a la noche, insomne,

sorda, como un viejo remordimiento

o un vicio absurdo–. Tus ojos

serán una vana palabra,

un grito ahogado, un silencio.

Así la ves cada mañana

cuando sobre ti sola te inclinas

hacia el espejo. Oh, querida esperanza,

ese día sabremos también nosotros

que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Será como dejar un vicio,

como mirar en el espejo

resurgir un rostro muerto,

como escuchar un labio cerrado.

Descenderemos al abismo, mudos.

© Césare Pavese

ELOGIO DEL POEMA

en el poema mi hermana y yo jugamos a ser grandes,

decoramos una torta de barro

con bolitas verdes que caen del paraíso,

la hermosura de lo que aún no sabíamos

nos convierte en fulgores de pequeño pueblo.

la vida deja de ser un lugar incierto,

las flores y la lluvia

son un prodigio que tiembla en la pradera.

en el poema mi madre puede caminar,

ilesa y sin el dolor que la devora.

el viento la guía hacia nosotras ,

el impulso le devuelve la risa aniñada,

el corazón de dulce criatura.

en el poema mi padre abre los ojos

y vuelve a este país que lo exilió.

le crece en la espalda un follaje

que sana su herida, lo salva, lo absuelve,

le quita la condena de su errancia.

en el poema construimos una casa

que alberga un naranjo en el jardín,

el perfume abre de par en par el mundo:

nos consagramos a la gracia de ese instante.

después una hoguera incendia, voraz, el horizonte.

nosotras temblamos sobre los escombros,

mamá nos mira desde la cama, inmóvil.

papá cierra los ojos otra vez.

el fuego arrasa la hermosura

de lo que aún no sabíamos, también, en el poema.

© Ana Gervasio