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8/5/20

Poema de Guillermo Siles





KINTSUGI
me dice con la alquimia
de su portugués suave y pausado
quién sabe si el dolor
o la contemplación de la belleza
lleguen a brillar como el oro
-o algo semejante- 
en el lugar de antiguas cicatrices
me cuenta que los japoneses
utilizan una técnica para reparar
objetos de cerámica rasgados
enaltecen la zona dañada
rellenando las grietas con oro
creen que cuando algo
ha sufrido daño y tiene historia
se vuelve más hermoso
quisiera dejar de escucharlo
para no confundirme
y ver como la tarde
finaliza en ipanema
el sol
hundiéndose en el mar
frente a nosotros
con una perfección que tal vez
no vuelva a repetirse
al ritmo que desciende
detrás de unos islotes verdes
no habrá pena
cuando nuestra mirada abandone
el mar y acaricie los brazos
de los que trabajan
con sus voces y pregones
de color y música caliente
aquí no hay tristeza
sino la humilde alegría
del garoto
que entra al mar terminada la tarea
y luego fuma un porro
mientras anochece

© Guillermo Siles

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