LEWIS
CARROLL
Su ojo
acechaba en las corolas,
en los
peldaños que el rocío
barnizaba. Su
oquedad, su virtual
transparencia,
empañaba
con aromas
residuales la estación
de las
lluvias. Adormidera.
¡Ah! y en
esa mansión serena,
azulejada,
trepaban por los rincones
las arañas
de sus manos.
Alquimia
sacramental, de un rincón
a otro
deambulaban los conserjes
cómplices
catando los refrescos
ambarinos.Y
los ángeles de yeso
en los
ángulos internos dejaban caer
sus suspiros inaudibles.
En ese
deleite impávido dormía
el
predicador, el matemático.
Hasta que
pasaron patinando
por el
parque sus pasados.
Entonces,
aquella niña imperturbable
saltó a la
eternidad. Un parpadeo.
© Daniel Rafalovich
Sutil!
ResponderEliminarTu voz en este homenaje se vuelve "alquimia sacramental", alta poesía. Bravo! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarBellísimo poema. Un abrazo Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarQué belleza este poema. Delicado, exquisito. Verónica M. Capellino
ResponderEliminarMuy bello!!
ResponderEliminarflora levi
Bello poema! Homenaje a una estrella en la eternidad.
ResponderEliminarSutil poema en homenaje a un genio de la literatura. Felicitaciones.
ResponderEliminarme encantó este homenaje, la delicadeza de tu voz. susana zazzetti
ResponderEliminarHermoso poema
ResponderEliminarGracias!
ResponderEliminar