AMAZONA
VENCIDA
Dásela
no la dejes
llorar así
dásela/
dámela
y reís
mientras el chorro tibio
te bañaba
la cara
Podés
alimentar a unos trillizos
decías
sin saber
lo que es
caminar encorvada
a los doce
soportar al
libidinoso vecino que te mira
hambriento
sentirte
carne
de cañón
desechable
sin alma
destinada
al manoseo
y después
a la bolsa
negra de basura
en un
baldío
dásela, me
decías,
no la dejes
llorar
ya llorará
mucho después
cuando
crezca
sobre todo
si es niña
y sale a
vos
tendré que
comprarme una escopeta
y ni
siquiera así…
Esos perros
la acechan desde la cuna
en que caen
mis lágrimas
junto a la
leche desde
el
desconsuelo de la violencia
y esas
ganas de
tomar una
faca afilada
y cortarme
de un tajo la derecha
Amazona del
siglo XXI
para
apuntar mejor
y clavarles
flechas envenenadas en los ojos
para que no
te miren más
Dásela
aunque todo
arda
y la
televisión diga que somos todas putas
yo sé bien
lo que es
avergonzarse por el tamaño
de lo que
tendría que haber sido
orgullo de
mi género
y no este
miedo atroz
cuando la
mamografía no sale bien
porque son
demasiado grandes
sabés
Dásela
al menos que
sonría
mientras
pueda.
© Alba Murúa
Madre mía, qué gran poema, Alba Murúa. Gracias y gracias, siempre, Gustavo, por compartir tanta belleza
ResponderEliminarUfff, Alba. Siempre me conmueve...
ResponderEliminarTremendo poema Alba, bellísimo, necesario. Gracias!!!!!
ResponderEliminarCiela Asad
Buenísimo! Duro, como la realidad misma del género. Muy buen poema!
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