No soy más
libre que esta mirada cayendo sobre el tazón de café. Ni menos oscuro o solo
que ese alambre crucificado detrás del cuadro sosteniéndolo en la pared. Qué
cosa es esa, con la que pretende hacernos encontrar el transcurso de unos días
en su final, vividos y soportados como si fuesen años; o qué pensábamos acaso
que tendrían de distinto. Y no es una cuestión de símbolos o nombres de días; o
volúmenes de sustancia como pompas en el aire de varios tamaños; sino que
resultan lo mismo, sea cual sea el antojo
del tiempo. Deberíamos inventar un día, debimos haberlo hecho. Uno más, sin
medida, sin siquiera nombre de planeta mediante; y no para que sumen ocho en
total, sino para que se abra paso como
una astilla, como una bandera agitándose encima de algún coloso vencido; como
un recuerdo que deja de serlo para nacer en cada momento elegido. Un afán, una
emoción igual a la que nos recorre cada vez que encontramos algo que creíamos
perdido.
© Leonardo Vinci
MUY BUENO, LEONARDO. isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarGracias Isabel, un saludo.
EliminarL.Vinci
Hermoso. Inventar un día. Un oasis.
ResponderEliminarCoincido plenamente, hermoso; como un oasis, siempre hermoso, y único.
EliminarJavi
Maravilloso Javier! Un abrazo
Eliminar...gracias
EliminarJavier
Reacomodarnos en la ilusión. Siempre bueno Leo ,Gracias
ResponderEliminarEn la ilusión, y un poco más.
EliminarGracias Patricia.
L. Vinci