Donde no
existen los cerrojos
Tu voz me
soborna con ecos de fuego circular,
robándome
el insomnio.
Una madeja
de hebras de luna
me tejen y destejen
cinturones de hierro para guardarme.
El señor
del castillo ha dejado un vigía
que acecha desde la cumbre de una nube;
pero tu
corcel invisible
entra sigilosamente
en cada uno de mis sueños.
Tu lanza y
mi alarido.
Tu ritmo
incesante de colibrí en celo
sobre mi aliento de jazmín.
Y tu voz
nuevamente
en arrebatos redondos
como girasoles encendidos,
dulces,
como
panales donde copulan las abejas.
El señor
del castillo ha perdido sus cerrojos.
El vigía duerme.
Mientras tu
voz me secuestra.
© Elena Cabrejas
hermoso. siempren el recuerdo. susana zazzetti.
ResponderEliminarPoema muy potente, además sus imágenes bien dispuestas, nos disparan sensaciones y pensamientos que enriquecen. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminar