a mi jefa
nunca le vi
la cara
aunque soñé
con ella dos o tres veces
ella
tampoco vio jamás la mía, pero le bastaba
que yo
supiera de la camarita ahí arriba,
colgada
que todo lo
vigila,
en un
penitenciario blanco y negro
hasta que
descubrí que no estaba
enchufada y
me reí,
me reí en
el trabajo
pensando en
la pobreza
de su
querido panóptico
© Patricio Foglia
El poder de la visión imaginada pesa más que el ojo del que cree vigilar. Bien!
ResponderEliminarExcelente tu ironía poética Patricio! Además, una situación muy real!. Saludo desde Córdoba, Alfredo Lemon
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