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22/2/20

Poema de Patricio Emilio Torne



EL VELORIO

Algo malo iba a pasar,
lo anunciaron toda la noche
los pájaros de mal agüero,
ahora los vecinos, mudos,
se sientan a la sombra de los árboles
que rodean al rancho.
Todos hablan como en secreto
sobre las últimas horas del niño muerto.
En la pieza más grande
está el cajón
forrado en una tela negra.
Dicen que lo trajo
el mismo presidente de la comuna.
El cuerpo flaco
y desvalido, sin mortaja,
está tendido con su palidez
y las ropitas recién lavadas.
Aquí hay un pibe muerto
que hasta hace poco
jugaba con nosotros.
El olor de las flores tapa
el olor de las velas,
pero el olor de las dos
no alcanza para tapar
el tufo que atrae las moscas.
Yo aguanto la respiración
para que el alma de ese ángel
no se meta en mi cuerpo.
Desde la cruz,
Cristo tiene los ojos cerrados,
y la sangre seca
sobre su cuerpo de yeso
nos recuerda que él sufrió
mucho más que el muerto;
que este niño ya debe andar
por los jardines del cielo.
En un rincón,
la madre y la abuela,
lloran silenciosas
a la espera de otro saludo
que les libere el llanto.
Alguien viene a sacarme
de este extraño encantamiento
con el dolor,
y me dice que ya está,
que vamos a casa.
Caminamos sin decir una palabra,
mientras pienso
que si no fuera por la pobreza
la muerte no sería todo esto. 

© Patricio Emilio Torne

4 comentarios:

  1. Excelente texto. Me gustó mucho. Denuncia sin aspavientos, e integra en armonioso conjunto lo bello de la expresión poética, lo bello del compromiso con la realidad y la belleza de la ingenuidad infantil en el alma adulta. Gracias. Adriana Dirbi Maggio

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  2. Verdaderamente un excelente relato poético. Adhiero al comentario de Adriana Dirbi Maggio que estimo muy preciso en su interpretación. Siento en tu voz, un eco de Pavese. Me gustó. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba

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  3. Tan duro como excelente y real.
    Juan C. Rodríguez

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