“Madre, ¿por qué tu verso me parece raro”
Y viene la
madre con su gran culo fotográfico
y viene la
madre con su olor a rancio, su soberbia
y viene la
madre con los suspiros devorados por otras madres,
otras
angustias, miserias como néctar de esa decencia
que es sólo
suya. Suya la decencia que le amorata la cara allí detrás:
ahí donde
el amor no le llega casi nunca ni el perfume
que hace
tanto tiempo se evaporó sin pedirle permiso
a ella, a
la madre.
Y viene la
madre con sus compinches que la defienden siempre
y que no
suelen ser los hijos que alumbró, los que trajo a este mundo;
vienen las
orejas peludas a oírle todo o a pedirle consejo.
Nunca se
sabe bien, oh madre, qué van a contar,
qué
historia clínica se va a crear con tu nombre.
Y viene la
madre que es toda sonrisa pero que no sabe jugar,
la que lo
hace todo didáctico, borradura y tachadura
a un mismo
tiempo, la madre que confunde y desorienta:
tanta madre
que oprime y abraza y estruja y sacude y delata.
Y viene la
madre toda sospecha, asomada al balcón esperando la estocada,
el beso del
extranjero en los labios que parió,
los labios
todos los labios para amar los labios de los hijos,
de todos
los hombres.
Y viene la
sacudida, la madre sacudida a reventar la buena suerte,
a empeñar
otra vez la palabra, el iluminado momento de servir los platos.
Y viene la
madre con su gran culo fotográfico, oh
con sus
peores pensamientos, oh
y dice que
ya no tiene miedo, que sabe que es así: la vida y la muerte
y deja
entrever otra ansiedad distinta a la que heredó:
hambre de
tus hijos, desconfianza infinita, pocas ganas de jugar.
© Nara Mansur Cao
Una maravilla tu poema, realidad en tu palabra.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet