Diré que
estuve parada sobre la nieve.
Que al
mediodía se juntaron las ramas.
Diré que
mis zapatos perforados
son prueba
suficiente de que yo estuve ahí.
Que entre
la nieve y el fuego,
se cantó.
Que el
canto mordió el viento.
Que el
viento se esparció como la sangre
y se llevó
la suerte pegada a las cenizas.
Y que sobre
la nieve,
las otras huellas,
no eran de
cabra, ni de mula, ni de lobo.
© Valeria Pariso
Qué buen cierre!! Bellas imágenes!!
ResponderEliminarBesosss
Hermoso. Fuerte y sugerente. Verónica M. Capellino
ResponderEliminarPoema tremendamente sugerente! Atrapa y seduce leerlo hasta un final que a mi entender, queda abierto. Muy bueno. Alfredo Lemon desde Córdoba
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