Quiero que
me arranques las palabras
y después
de las palabras, los silencios
y después
de los silencios, que me beses
como si
este amor fuera veneno y necesitase lo succiones.
Quiero que
sepas que posiblemente
no pueda
sostenerme en la templanza
ni de pie.
Un temblor me persigue
y enreda los
hilos de mi sangre.
Contra el
mío tu cuerpo iniciaría
el rito de
beberse una tormenta
en el
desierto. Lo sagrado
aúlla, como
un lobo, su deseo.
Lo sagrado
es amar.
Y es el
aullido.
© Silvina Vuckovic
¡Qué imagen maravillosa, Gus, sos un maestro! Gracias x millones. ¡Te quiero mucho!
ResponderEliminarLa entrega vital del amor como una ceremonia se hace poema en estas palabras con magníficas y sugerentes imágenes. Además nos propone celebrar ese encuentro de sagrada energía. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tan interesante comentario, Alfredo Lemon!
ResponderEliminarMuy sensual el poema. Esos dos versos finales, abren el vuelo.
ResponderEliminarAbrazos
Claudia Tejeda
Gracias, Claudia, qué lindo eso... abren el vuelo
ResponderEliminarAbrazo grande