Me
levanto tan temprano que mis pies sobre el
machimbre
del enorme comedor parecen interrumpir
el sueño de
todo el hotel.
(No el de
Dios; Dios estaba dormido cuando nací
y sólo lo
vi despierto una vez en una cumbre de montaña.)
Juego a
escribir postales mientras tomo el tercer café.
"No
olvides regar mis plantas y esconder del sol
la tarjeta
de Utamaro".
"Aquí
no hay trenes; no hay estaciones.
La espera
está hecha de pedacitos de luna
y una
tiniebla que se cuela".
¿Alguna vez
escribiré sobre este lugar?
La muerte
que creí cercana se distrajo.
Por ahora
me extiendo sobre las palabras
(en lugar
de atesorarlas como flechas).
Allí
descanso, como buena princesa perdida
sin
guisante.
© Paulina Vinderman
Belleza profunda siempre tu logrado decir poético Paulina! Felicitaciones por tu trabajo sostenido a los largo de los años y la obra que has reunido en Alción Editora. Saludo afectuoso Alfredo Lemon desde Córdoba
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