Cuerpos hay
que amanecen al día ya sin la sombra del sueño. Laten la tempestad en tu
cuarto. En sus abrazos laten y te dejan la piel en escamas. Ríen, y paralizan
la espiga del aire.
Cuando
abren la boca para nombrar lo que quieren un ave brota hacia el vuelo de magia
semejante a la música.
Cuerpos de
fantasía hay, panaderos al viento en un territorio estepario. Siembran así sus
semillas, sus miradas de niño derraman, y en el cono de sombras su luz
encandila y despierta y vuelve a posarse en la almohada.
Sobre ella
danzan mil grullas forjadas en un papel que todavía no existe.
© Viviana Ayilef
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