La pobreza
huele mal
Ellas
limpian, barren, cambian pañales,
cocinan,
pasean perros, pero huelen mal.
No pueden
ir en el mismo transporte
que sus
patrones.
Porque,
además, algunas hablan guaraní
y otras
hablan muy fuerte y se visten mal, cocoliches.
Y
transpiran.
Que
caminen, que mal no les hace.
Y que
lleguen temprano, que hay mucho que hacer.
Nosotros
las tratamos como si fueran
de la
familia, viste? Pero hay cosas que no.
Hay cosas
que no.
Seguimos
siendo derechos y humanos y no nos olvidamos
de que
todos, en este país,
somos
descendientes de escandinavos.
Faltaba
más.
© Alicia Márquez
WOW. Ironía justiciera.
ResponderEliminarTerrible ironía, la poesía desarma a los derechos y humanos. Gracias!
ResponderEliminarAbrazo!
Gracias, Alicia, en el poema las voces de los invisibilizados del sistema. Abrazos!!
ResponderEliminarIronía intensidad y verdad. Que bien lo decís❤
ResponderEliminarFlora L.
y claro, no se puede oler a rosas cuando se limpia mie...muy bueno!! Gracias Ali
ResponderEliminarCariños
Andrea
excelente juego irónico, alguien tiene que hacer el trabajo minetras yo me miro en el espejo juá. muy bien.
ResponderEliminarWalter Mondragón