Poema de Irene Marks

ABALAIA ABALAIA

Por la raíz del canto

pasan fósforos grises, 

suenan lágrimas súbitas,

 se levantan las piedras,

 y asoman

los rebaños que sin pastor ondean

en todas las zonas oscuras y lucientes,

en los rocosos senderos del planeta,

en la hierba sedosa del Valle de las Flores,

en la garganta donde ruedan los vientos,

en los glaciares de la Medianoche,

en el torrente rojo de los amaneceres .

Y no admiten

 que les cierren los ojos ni las puertas

ni la piel ni el camino.

Ásperos como pétalos de sólida ceniza,

alzan sus grandes dedos, sus magnéticas alas,

donde serpientes azules voladoras

convocan la tormenta.

Dejen de tocarse en las paredes,

allí las morirán,

Dancen sobre las lluvias, fluyan

 hasta inundar todas las sendas .

Amo sus voces roncas, las venidas

 del fondo de los siglos,

 sus tentáculos de llamarada verde,

sus guirnaldas de humo

en las mejillas de todo lo que fue.

Hacen vibrar ahora

 los cuerpos que tuvieron,

los cuerpos que tendrán,

 sus penas o sus risas en la soga del aire

y sus árboles rojos

que gotean los frutos de la sangre.

Pueblan las convulsiones y las danzas,

 los delicados gestos

donde renace el beso final de las ondinas

Y el ondulante caracol burbujea

 en las alas del pañuelo perdido:

“Yo te veré nacer, cielo de muerte,

Toma tu cruz de soles grabados en la piedra

Hazte flecha agorera del destino

Y ténsate en el arco.

Como la fría noche

atravesando mares en vigilia

volarás hacia un blanco

que solamente en sueños reconoces”

© Irene Marks