Tantas
formas de alejarnos del suelo
IV
Subo los
escalones hasta la base de madera
sobre el
árbol donde se inicia el recorrido.
Son varias
plataformas que se encuentran
en la
altura de las copas medianas.
Después de
los preparativos de rigor,
mis pies
pierden su apoyo.
Los dirijo
hacia adelante,
extiendo
mis piernas también;
tengo las
manos agarradas por encima de mi cabeza,
todo mi
cuerpo avanza constantemente
mientras
pende de la línea de vida:
velocidad,
velocidad, velocidad.
El fresco
viento confirma el movimiento
que se
extiende segundo tras segundo
a la altura
de los árboles.
El suelo
quedó a suficiente distancia
como para
ignorarlo
y
entregarme al abrazo del aire
durante
todo el recorrido.
Entre una
base y la siguiente
contradigo
todo lo esperable para mi especie.
Mi cuerpo
es una sucesión de estados
que no
terminan de ser
mientras
dan lugar a otro
negando el
gobierno de la gravedad.
La tirolesa
y su ficción de vuelo
me
recuerdan aquel sueño tantas veces repetido
en que el
deseo de planear
se cumplía
sin explicación,
con esa
certeza de que todo llega,
hasta lo
que creímos imposible siempre.
© Valeria Cervero
Gran verdad...todo llega.
ResponderEliminarHermoso poema: el sueño de volar o de lo imposible hecho realidad. Abrazo, Inés Legarreta.
ResponderEliminarTodo el cuerpo en juego, y sobre todo el cuerpo poético, precioso poema Valeria, gracias!!
ResponderEliminar