EL LIMONERO
VECINO
La mañana
dejó sus lágrimas
sobre un
gredal mustio
de
imprevistos.
No alcanzó
la lluvia a contener
el fuego de
su estirpe
de savia y
nervadura.
Sobre la
hierba mansa
su osamenta
viste de silencio
el grito
desesperado de la muerte
y un rumor
de gorriones
acompaña el
luto desde la plaza.
Hoy se
instaló en el recuerdo
la generosa
mirada frutal de su universo
y el
simétrico mandala de su pulpa.
La raíz
vencida en el viento
Las ramas
mutiladas de invierno
último
gesto digno en su follaje.
© Reynaldo Farías
Hermoso!!
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