No me
pienso en otro mundo.
Cabe la
sonrisa
en un
espejo de luna amarilla.
Surcos
endebles de luz
sembrados
en la frente
como trigal
maduro.
Manos
ajadas por la ternura de la tierra.
Sucia de
años sudorosos
que ninguna
lágrima podrá enjuagar.
Sucia de
aves en los hombros
y ocasos en
la raíz crecida en los pies.
Sucia de
belleza de ojos.
Miro al
horizonte que despinta noches
y lluvias y
osadías.
No hay otro
paisaje en el retrato del espejo.
Cada día
dibujo una novedad.
Ignoro las
miradas sin paisajes,
los
paisajes sin fecundar.
© Mónica Aramendi
No hay comentarios:
Publicar un comentario