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30/3/19

Poema de Aníbal Silvero





LA CIUDAD Y EL POETA

Me mira la ciudad inmensurable
con ojo de titán
con puentes como lanzas
con caminos de rutas en las espalda
con su sombra de noche, con sus máquinas
impregnando de anhídrido mis venas
busca tal vez hacerme más pequeño
impresionablemente microscópico
cabeza de alfiler liliputiense
ameba en decadencia
atómico rebelde en disyuntiva
parásito retórico
minúsculo mórbido analítico
sujeto en extinción lenta y pausada
con sonriente amargura me reprime
me aprieta, me amilana
me tedia la emoción, me amputa, me disocia
en una rueda sin eje, en un molino
donde la carne se mezcla en amasijo
Me mira el orbe frío de neones
con ojo de medusa duplicada
con su clonación de especies en la plaza
con su catedral sin santos
justo a mí
al poeta diminuto
al poeta chiquito
al mínimo hacedor de la utopía
al reaccionario del tiempo
al creyente indeciso
al homo animals
desde una esquina tétrica  y obscura
al borde de un baldío por entre la cloaca ciudadana
me mira la hediondez cosmopolita
con su iris robótico y punzante
con su vista de asfalto
con su estrujante euforia
me devora
se ensaña con mi acento proletario
con mi cerebro loco y discursivo
con mi corazón enfermo
con mi desatenta marcha
No puede entender
la gran ciudad de frías marionetas
que un poema camina en sus entrañas.

© Aníbal Silvero

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