Me pedía que nadara
quería ver
ligeros mis pies
la respiración simétrica
a un lado
y al otro.
Quizás 
porque ella
tanto le temía 
nunca pudo
bordear el agua 
sin antes elegir un salvavidas.
Le gustaba contemplar
cómo me lanzaba
los brazos extendidos
rectas las piernas
se deleitaba viéndome
hacer dibujos en el agua
brazada tras brazada.
Es como una guirnalda
–decía–
esa estela de burbujas 
que te envuelve.
Me llamaba sirena
y yo
que siempre quise 
vivir en lo profundo
desarrollé branquias
aletas dorsales
y vejiga natatoria.
Ahora lo sé
nada puede hundirme
siempre logro
salir a flote
sortear las olas más altas
los maremotos 
los tifones.
Mi mamá siempre decía
que yo
podría haber nacido pez.
© Jorgelina Soulet

Jorgelina por razones de tiempo nunca comento a nadie acá, tu poema es precioso, me impactó y quería decírtelo. Un abz, Gus.
ResponderEliminarHola Gustavo! Muchas gracias por publicarlo y muchas gracias por tus palabras. Abrazo grande
ResponderEliminarMuy buen poema sobre el agua u el deseo de ser pez.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano.