Padre
subo por la infancia hasta tus manos gruesas como el sauce,
cuando niña me llevaste a conocer el trigo
sus espigas
la luz dorada del tiempo tus
dedos se alargaban en caricias
prestidigitador del aire y de los fuegos
sentenciabas
pronto llegaran los días de la siega
Padre
nos debemos el sueño de llegar al mar
los crepúsculos se desplomaban a nuestras
espaldas
y vos
y yo nos espejábamos en las flores del alfalfar
era cuando decías que así casi igual
sobre
un cielo mar se suspendían los barcos
desbordados de granos
de ese trigo siempre ajeno
© Ernestina Elorriaga
El trigo era de los otros pero las manos de tu padre se alargaban en caricias, te tocó lo mejor, te felicito por el poema.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
muy buen poema, bellísimo, realmente. susana zazzetti.
ResponderEliminarHermoso Tina Sirmpre con tu palabra profunda y comprometida. Te abrazo
ResponderEliminarInmensa belleza, Ernestina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tana Pasquini-
Admirada poeta, gracias
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarAna María hermosa. Gracias
ResponderEliminarhermoso, nostalgico
ResponderEliminarPatricia Corrales
ResponderEliminarAdoro tu poesía, te adoro a vos. Quiero libro ya!!!
Lily Chavez