EL VERNOVER
Una tela, apenas una telita angosta de la
que cuido ahora,
cuando a llorar aprendes a mi lado la
estrechez del mundo,
que nunca verdece, mi niño, para tu niño.
Paul Celan
La Niña buzo abre el Mar;
su boca sombra, Noches amarillas,
donde la hoja ojo amasa quiebra azoga
estanques, donde un Niño te mira
inconsolado.
Por eso, la Niña buzo abre su Mar;
dice que todo es Río y permanece,
como a la Noche un Sol entristecido
afantasma y alerta y afantasma.
Algo perturba, inciensa
y vuelve a imperturbar su ojo Cielo de
penumbra;
sus pestañas verdecen mis umbrales
como un hambre amarillo.
Algo perturba rompe y vuelve a gacelar
a tu Lobo vulnerable; Barba Azul lo
suspende;
tus pies, que flotan, narran
mis párpados inverosímiles.
¿Qué serpiente, qué sol inmóvil, Madre,
nos mueve fija? ¿Quién música nuestra
perplejidad?
¿Qué Serpiente, cómo, quién? ¿Puedo acaso
tejer telas pañuelos como éste?
Cuando la niña mira lo que tiene del cielo,
ella enciende velas, vestidos como sombras,
y ve y no ve la Noche como Sol,
al Lobo como amante;
y sueña sin soñar al heridor
y mata y sana.
© Elena Eyheremendy
Siempre gracias, Gustavo, por incluirme entre tus poetas contemporáneos. Un abrazo! Elena S. Eyheremendy
ResponderEliminarQue poema tan especial , Elena. Muy bueno
ResponderEliminarUn gran poema, querida Elenita, donde la niña buzo se interna en la inmensidad del mar, "enciende velas, vestidos como sombras". Un bellísimo poema, un océano de lirismo. Con mucho cariño Irene
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