Ahogada en otro Tíber
Vuelvo al dulce lugar, donde rendida
entre cintas rojas atadas junto
al santuario a Gil. Oblicua sobre
la portulaca y la vara lila de flores
en los tranquilos círculos de una
muerte virgen, enteramente virgen
que no llega a destino, ni alimenta.
Ausente del espinel el ojo
de los pescadores a la siesta,
olvida la cautela en remansos, en los
tranquilos círculos de una muerte
donde nadie puede reclamarle al río:
no me mates. Oblicua y dormida
con mi mano extendida a la corriente.
Sitio específico Río Salado. Entrada
Autopista Rosario-Santa Fe.
-Diego R. Oxley, El rigor de las Islas, en:
Soledad y Distancias.
Cuentos. Colección Homenajes. Ediciones
Culturales
Santafesinas, 2001.
-Beatriz Vallejos, Por encima del silencio,
en: El collar de arena.
Obra reunida. :e(m)r, UNL, 2012.
-José Pedroni, Río Salado, en: Monsieur
Jaquín. Ochenta Poemas.
Ediciones Culturales Santafesinas, 1996.
© Gabriela Schuhmacher
Imagen enviada por la autora del poema
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