CANTO VIII
Han roto mi garganta: ahora podré hablar,
han vaciado mi voz, sólo me queda el engaño
de la palabra,
suspendida en mi tela, guardiana del
misterio, centro de una hilera de
moscas atrapadas, mis criaturas,
clavada en el asombro, soy mi propio cáliz,
mi propio
veneno. Apenas un punto entre el barro y
las constelaciones
del absurdo, una fractura en el orden
perfecto del vacío,
me acongojan los paisajes de los vivos, sus
perfiles de máscaras.
El juego de los dioses: el religioso
hermetismo de la geometría
que las moscas adoran. Sin fin la gratuidad
de engarzar nubes,
hilos y poemas.
La locura es fundamento de las cosas,
gota en un abismo universal donde nada se
teje
ni desteje:
ni mitos ni grandes decoraciones.
Mi tela separa el sueño de los durmientes
del sueño
de los despiertos.
Perdí el hilo que sujeta la leyenda de
vivir.
© Liliana Díaz
Mindurry
cuánto para analizar! gran profundidad tu poema. susana zazzetti.
ResponderEliminar"Perdí el hilo que sujeta la leyenda del vivir" muy bello!
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero
Nada se pierde, todo se transforma.
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