ÁNGELES
Yo dormía cuando los ángeles se volvieron
humanos, al despertar no reconocí sus
rostros alterados. Pensaba que el río era una fuente, ya no de sabiduría, sino
de felicidad para que los años no vengan
a empujarnos con obligaciones. No era necesario saber soñar, yo me acostaba
rendido de tanto sostenerme contra la corriente. Uno nunca sabe lo que aprende,
se encanta con los días soleados, hasta que las preguntas llegan como tormentas
y hay que responder para salvarte del aguacero. Entonces “no tenía opinión
sobre nada, no tenía ninguna costumbre”, salvo la de ir al río, y disfrutar de
una gloria que se iría achicando verano tras verano. Ahora, mirando desde la
orilla, tomo la memoria como un antídoto y vuelvo a nadar para que la derrota
no me alcance. Si un ángel me tocó en suerte ha de ser el que se acostumbró
conmigo a los cambios de paisajes y estaciones o apenas vio que aprendí a
soñar, se volvió a su casa en la primera pesadilla.
NOTA: “no tenía opinión sobre nada, no
tenía ninguna costumbre” pertenecen al
monólogo inicial de la película “El Cielo Sobre Berlín” (Las Alas del
Deseo) dirigida por Wim Wenders con guión de Peter Handke.
© Patricio Emilio
Torne
Querido Patricio, qué hermoso tu poema! Abrazo grande!!
ResponderEliminarbella imagen. bello texto. me envuelven. susana zazzetti
ResponderEliminarExcelente como la película a la que pertenecen los versos del monólogo;
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero
Bellísima intertextualidad con la memorable película de Wim Wenders, Patricio.
ResponderEliminarAplausos y un gran abrazo
María Rosa León