MORADA
El calor cercaba los huertos y la corteza
de los árboles,
la carretera centelleaba a lo lejos
acortando la distancia;
el silbato del tren era el único habitante
que poblaba la tierra.
Morada de un país inextinguible
donde anidaba la menta y el benteveo.
No los menciones, déjalos ahí, no los
toques,
no quieras devolverlos al combate del eros
y a las pruebas del valor,
bajo pena de que todo eso
se derrita.
© Rafael Felipe
Oteriño
Bello.. poblado de imagenes y aromas. Un abrazo inmenso
ResponderEliminarbello texto
ResponderEliminarMe gustó leerte.
ResponderEliminarSaludos
De alto lirismo este poema. Las imágenes se tornan símbolos en distintos planos de lectura. Como dos nombres que adquieren una significación multisémica como menta y benteveo. Se pide no tocarlos. Son parte de ese paisaje inextinguible de un planeta horadado por tanto humano... Gracias RAFEL OTERIÑO por tu POESÍA , Gracias Gustavo por compartirnos esto. Cecilia Glanzmannn
ResponderEliminarUn gran poema, Rafael!!!
ResponderEliminarBesossss
Me encanto ese refugio del verde.Gracias
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