ENGELS
La primera vez que lo vi, fue en París, en
1844.
Ya había leído su prosa, su furia
contra la miseria industrial de estos
tiempos.
Conocerlo fue como encontrarme con la Razón
en persona,
y que me cuestionase por esos estropajos
que dejaban su vida entre mis máquinas y el
hollín,
mientras yo disertaba sobre Hegel, en los
luminosos pasillos
de la Universidad de Humboldt.
Su amistad me deparó el rechazo
de mi padre, de mi madre,
de la ciudad de Londres,
pero ¿qué importancia tenía?
Yo lo veía quitarse de encima
al mundo y su opinión
como quién se limpia una tela de araña
y sigue su marcha inexorable, hacia la
Historia.
Ojalá hubiera podido darle más,
convertirme yo también en un mendigo,
dejar hasta el último céntimo en su
cuidado,
como un acto de amor, pero también de
justicia.
© Patricio Foglia
Muy, muy interesante. Me encantó. marta comelli
ResponderEliminarMuy bueno!
ResponderEliminar