3/11/18

Poema de Chary Gumeta




AFRIN

Para los hermanos asesinados
en las guerras y masacres
genocidas y sin sentido.

Me dijo:
como no sabes leer
que lo haga el aíre
y lanzo aquellos papeles
con imágenes y letras
sobre la fuerte ventolera.

Se escuchó un rayo
que cimbró la tierra,
y resucitó a la memoria.
Habló con palabras afiladas
que eran como cuchillos,
volvían a abrir dolorosamente la herida.

Un gran silencio abrazo a la tarde
nos reunimos todos alrededor de la lumbre,
teníamos que vernos las caras de tristeza
y llorar para no olvidar.

No había ningún recado importante
solo recomendaciones de la abuela
que se fue por el camino de las tempestades.

Hoy, sentimos frio,
el secreto se pierde para siempre:
Sabemos lo que es la muerte.

La caja de las borrascas evitamos abrirla
para no provocar una tormenta
y nos dañe más el corazón latente.

Todo es desolación
caminamos en silencio
cargando cuarenta y cinco sombras.

Yo la recuerdo,
jugaba con ella y su hermanita
sobre un piso azul que se parecía al mar;
a veces la traía en brazos
acurrucada como un “animalito”
le daba comida mascada con sus dientes
para que fueran una sola
y no se separarán nunca.

De mi boca nacía un canto
que a ella le gustaba,
con sus manos,
jalaba las notas musicales
y hacia un hilo de campanas
que sonaban con el viento;
nos reíamos tan fuerte que reverberaba la montaña,
corríamos lejos, sin rumbo,
hasta que nuestros pies se elevaban
y se emparejaban con el vuelo de las aves.

La felicidad no tenía nombre
solo vivíamos, brincábamos, jugábamos;
Vinieron los hombres con su rabia,
traían una bandera negra que semejaba al odio
y salió fuego de sus manos,
de sus ojos,
gritaba, gritaban, gritábamos. 

No hay lugar donde no se insertarán
las luces centelleantes hasta apagarse:
en los cuerpos, en la tierra,
en los perros, en las gallinas.

Sí, era fuego que volaba
con alas de demonio
y yo, agazapada bajo los cuerpos
perdí a aquellas niñas
con las que aprendí a ser pájaro,
ya no las vi.

Ellas y yo nos divertíamos,
ahora,
solo tengo a mi gato
y una luciérnaga escondida
que solo alumbra con los recuerdos.


© CHARY GUMETA

4 comentarios:

Blogger M. Alice Bragança ha dicho...

Um excelente poema. É sempre bom ler Charry Gumeta.
Parabéns pela publicação.

3 de noviembre de 2018, 14:54  
Blogger Clelia Bercovich ha dicho...

MUY BUENO!!!!!!CLELIA BERCOVICH

4 de noviembre de 2018, 17:26  
Blogger Romina R Silva ha dicho...

Bello poema, gracias por compartirlo.

5 de noviembre de 2018, 0:22  
Blogger graciela barbero ha dicho...

Triste pero muy bueno. Un abrazo
Graciela Barbero

6 de noviembre de 2018, 10:22  

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