LAMPARITAS DE COLORES
En la terraza de la esquina hay lamparitas
de colores
que me hacen feliz.
Son las comunes, grandes, las que se ponen
en
los balnearios para que la gente se enamore
de noche,
bailando, mientras sopla un viento suave
que viene del mar.
Las lamparitas, que, aunque la película era
en blanco y negro,
iluminaban a la princesa que quería vivir
mientras
se abrazaba a Gregory Peck en aquel
balneario romano.
Son como pompas de jabón estáticas.
Las lamparitas de colores sonríen con
nostalgia
y hasta puede ser que se escuche un brindis
y
buenos deseos, mientras las miro brillar en
la esquina.
Me pondría lamparitas de colores de pies a
cabeza para espantar
esta nostalgia feroz, gris, que me come el
costado.
Pero sé que no hay ningún color que me
consuele.
Habrá que esperar que pase, la muy
traidora.
Habrá que seguir mirando las lamparitas de
colores.
© Alicia Márquez
Poeta hermosa, ojal[a tengas luces de colores todo el tiempo encendidas, sos una de ellas
ResponderEliminarCle
Hola Alicia: qué clima creás en este poema, me parece estar entrando en el país de la nostalgia y bailar en él con todos los personajes y actores del cine clásico juntos en una película de Woody Allen.
ResponderEliminarEsa "nostalgia feroz, gris que me come el costado" sin embargo, es la escenografía de fondo que las lamparitas intentan olvidar. Excelente. Me encanta leerte Irene Marks
Como siempre: belleza en estado puro. La poesía parece un largo "plano secuencia" que viaja del presente a los bailes del pasado, los galanteos, al recuerdo de una mítica escena del cine, para volver al presente... todo a través de unas simples lamparitas de colores ¡Bravo!
ResponderEliminarVos sos como esas lamparitas. Es claro que no todo el tiempo andan enchufadas. Y además de vez en vez también se queman y hay que cambiar algún foquito. De eso se trata la vida. Te abrazo.
ResponderEliminarGracias a todos por los generosos comentarios. Un abrazo grande. Alicia
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