Mamá me
agarraba de la mano
y me decía:
vamos al cine.
Y ahí
íbamos, ella y yo haciendo
de
salvavidas. Allí íbamos, todos los días,
toda la
semana.
Y las dos
nos metíamos adentro
de la
pantalla, exactamente al revés
de la Rosa
Púrpura.
Nos
pasábamos la tarde riendo o padeciendo,
y cuando
volvíamos yo bailaba como Gene Kelly
o lloraba
como Susan Hayward, que sufría tanto,
siempre
mirándome al espejo.
Admiré
secretamente a Ruth Roman, con su cara
de mujer
entendida, su boca amarga, sus ojos
implacables
y sus escotes de hombros descubiertos.
Hubiera
querido ser como ella: mala, vengativa y
devora
hombres.
No me
salió.
A lo sumo,
devoré medialunas.
© Alicia Márquez
ResponderEliminarBello Alicia
Flora levi
así: bellísimo, diferente. susana zazzetti
ResponderEliminarPrecioso, Alicia!! Gracias! 😘😘😘
ResponderEliminarMuy bueno, con un toque de humor para entibiar la nostalgia. ¿Quién no quiso ser como esas bellísimas mujeres fatales, a las que no había hombre que se les resistiera? Pero, la mayoría se quedó devorando medialunas. Un beso. Adriana Maggio (Dirbi)
ResponderEliminarMe sorprendiste!!
ResponderEliminarBesosss
ExcelenteAli!
ResponderEliminarAlicia, tan cierto, soñábamos, imitábamos pero no nos salió. Me vi en tu poema.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
Poema que brilla por su originalidad.Me gustó.
ResponderEliminarSaludos
Anahí Duzevich Bezoz
Como siempre, un placer leerte!
ResponderEliminarAbrazote
Siempre impecable. La idea, el instante y hasta el poema. Mi cariño!!
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