Caricias
del sol
Cabalgando
madrugadas sin estribos,
con un duende partido en
cada mano,
con un ángel despierto en la
mirada
Impávidos
gorjeos erizan
la tapizada
serpentina de los años.
Colgado en
las ojeras:
un capitán de
puertos
un payador de
alondras y teoremas
Sobreviven
banderas inconclusas
la soledad
del mundo ,
el sumergido espacio de las flores.
Pedregales
del camino,
profecías
los pómulos
del canto y el ultraje.
Aun
sostengo palomas en mi pecho,
un dolor de
aullido que no cede
en la
búsqueda del sol
y sus
caricias.
© Norberto Barleand
hermoso poema Norberto Gracias
ResponderEliminar"Aun sostengo palomas en mi pecho".Bella imagen y bello poema
ResponderEliminarUn duende en cada mano, en la mirada un ángel, enhebran palabras y esperan la caricia del sol. Bravo, querido poeta. Un abrazo.
ResponderEliminarOlga Ferrari
NorberTO. Tu poema es un racontto lírico desde este hoy, tu hoy y el de tantos. Hermoso. Abrazo de luz.
ResponderEliminarCecilia Glanzmannn
Un placer leer tu poema y además sostener palomas en el pecho, una imagen que sorprende.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano.
Hermoso, Norberto! Celebro cada una de las palomas de tu pecho. Abrazo
ResponderEliminar